COPA DE ESPAÑA 2025

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(cronica de la web de Finn España)

El siempre entusiasta Club Náutico Entrepeñas, con más colaboradores que un político en campaña (Federación de Vela de Castilla la Mancha, el Ayuntamiento de Sacedón, la mismísima RFEV, y un largo etcétera de ilustres entidades), desplegó sus velas para la celebración de la 26ª Copa de España de Vela Clase Finn. Este evento, que ya se ha convertido en una entrañable tradición, rindió un emotivo homenaje a Emilio Plágaro, aquel regatista del club que ahora navega en las apacibles aguas del recuerdo. ¡Seguro que desde allí arriba echaba una mano con el viento… o quizás no!

La competición, digna de un guion de película de suspense meteorológico, mantuvo a los participantes (y a los pobres meteorólogos) al borde del asiento. Las previsiones, que debieron quedarse dormidas o confundieron el mapa, erraron estrepitosamente con la intensidad del viento. ¡Menos mal que el último día, como si la naturaleza quisiera resarcirse de su despiste, nos regaló un viento sur de entre 5 y 8 nudos! Fue como si el embalse dijera: «¡Eh, que aquí también sabemos soplar!». El resultado fue una jornada de vela tan espectacular que hasta las gaviotas aplaudían con las alas.

El embalse de Entrepeñas, por cierto, parecía recién salido de un anuncio de postal. Con un nivel de agua que hacía que los más veteranos se pellizcaran para creerlo («¡Pero si esto parece el Caribe, sin los mosquitos pesados!», se oyó decir a alguno), atrajo más miradas que un unicornio en un desfile de perros salchicha. Y no es para menos, la coincidencia con el puente de mayo convirtió la regata en un planazo para participantes, acompañantes y curiosos varios. ¡Normal que quisieran ver a esos valientes domando las olas… bueno, más bien las «olitas» con mucho estilo!

Desde la Federación Autonómica de Vela no cabían de gozo (y con razón). Esta regata es su particular «aquí estamos nosotros» al resto de España, demostrando que en Castilla la Mancha no solo hay molinos y queso, ¡también tenemos viento y agua para dar y tomar! Es una prueba de constancia y pasión por la vela que merece más olas de aplauso que un chiste malo en una boda.